Competencia,
rivalidad, aliento, canchas, banderas, camisetas, pelotas. Tantos significados
rodean al fútbol que permiten darle una
identidad, una función en nuestra sociedad
Sabemos que el fútbol es un gran negocio
donde están metidos grandes empresarios, sino pongamos el ejemplo en los países
de medio oriente, como Qatar, donde los jeques árabes invierten fortunas en un fútbol y sin ese ingrediente picante que es la pasión como lo conocemos en nuestro país. Acá es muy diferente.
Tenemos una larga trayectoria de historia y de identidad que rodea al fútbol nacional,
que muestra a diferencia de otros países en el mundo una pasión por este
deporte muy poco visto en otros deportes. Pero
el problema es cuando esta pasión que llevamos como argentinos se transforma en violencia y en el odio hacia el otro equipo, como se puede
comprender que este hermoso deporte haya cobrado vidas. “El aguante “como lo conocemos hace alusión a ver que equipo mata,
corre, roba trapos y banderas al otro, y como después de diferentes enfrentamientos (en
caso de la victoria) pasa hacer parte de la historia por un lado, y se
transforma en el discurso del aguante mediante los cánticos en la cancha. Pero
lo rescatable que la violencia la manejan pocos, pero lo triste es que cada vez
tienen más poder en los diferentes clubes, y son aquellos que están protegidos
por los propios políticos que retroalimentan el mismo poder de estas personas.
Los que más salen desfavorables son los verdaderos hinchas que alientan a su equipo, que aman el fútbol y su club, que no les hace falta utilizar la violencia para generar una identidad en el club. Los
verdaderos hinchas son los que no destruyen al club sino los que alientan todos
los fines de semanas, en los buenos y en los malos momentos.
Como dijimos anteriormente el fútbol es un
espectáculo, nos entretiene, nos apasiona, mueve multitudes. Es uno de los
centros de temas que circulan en el mundo masculino. Pero el fútbol no es como
antes, los códigos dejaron de existir. La familia entera concurría a la cancha, era
un espectáculo familiar. Hoy en día muy pocas canchas son recurridas con familias, generalmente de equipos de barrio o del interior del país. Habría que replantearse
el futuro del fútbol, recuperar los valores perdidos en él, y no dejar que
sigan estando las personas que hoy destruyen al fútbol sin importar sus
consecuencias.
Federico Aizen Waisman